"Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la
verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado..." 1a. de Corintios 9:25-27.
El apóstol Pablo nos enseña que estamos en una carrera espiritual, y por lo tanto debemos de tener mucha disciplina para garantizar nuestra llegada a la meta. El porqué es muy sencillo: en una carrera hay posibilidades de no terminarla, de no culminarla en buen tiempo, de caer y perder todo, y de fracasar....Para evitar esto el apóstol Pablo dice que él no corría a la ventura, es decir, en donde el viento lo lleve, sino que tenía una meta trazada, bien definida, una razón poderosa por la cual luchar, y vencer. Hoy en día hay muchos obstáculos que nos hacen más difícil el camino, por ejemplo el materialismo que nos rodea a diario; el materialismo nos invita a detenernos para descansar un poco, a sentirnos bien relajados y satisfechos; pero sin avanzar en nuestra carrera, y por ello muchos vivimos como si fuéramos eternos en este mundo, y nos enfocamos en gastar tiempo, dinero, esfuerzo, y dedicación a las cosas de esta vida. Pero descuidamos lo eterno, lo que realmente si importa, nuestra espiritualidad y buena relación con Dios. Los hombres de fe, de los que nos habla la biblia, fueron hombres que corrían sin detenerse a buscar sus propias comodidades materiales...Juan el bautista por ejemplo, vivía en el desierto, con apenas lo básico para subsistir; pero preparó el camino para el advenimiento del Señor...No le importó su dieta alimenticia, ni su guardarropa, ni viajar por el mundo, ni acumular riquezas, sino que dedicó su vida de lleno al servicio de Jesucristo...
Esta forma de correr, es la que debemos de imitar para recibir la corona que nos ha prometido Cristo en el día final...."Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba
el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y
las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de
luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los
siglos de los siglos....Apocalipsis 22: 1-5
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