"El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con
él seamos glorificados..." Romanos 8:16-17.
La biblia es clara cuando dice que somos hijos de Dios, y esta bendición es lo más grandioso que nos ha podido ocurrir. Todo a nuestro alrededor se vuelve irrelevante, ante esta verdad que experimentamos en la vida. Dios nos ha tenido confianza y nos ha llamado a su reino a través del evangelio. No somos llamados por ser los mejores, ni por ser buenos, ni por ser los más inteligentes; sino que somos llamados por la bondad y misericordia de Dios. En esta vida podemos tener problemas, sufrimientos, tribulaciones, desengaños, y pruebas; pero si somos hijos de Dios, nuestra felicidad, y destino eterno están garantizados. Tenemos una identidad la cual nadie nos la puede quitar: "SOMOS HIJOS DE DIOS", y esta bendición es nuestra, y es nuestra más valiosa posesión, nada, ni nadie nos puede separar del amor de Cristo. El Espíritu Santo actuando en nosotros nos marca en nuestra conducta, en nuestros pensamientos, en nuestra forma de ver y vivir la vida. En el día final cuando allá se pase lista, no se podrá falsear ningún nombre, pues ya Dios nos conoce ....y por su santo Espíritu nos identifica....
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