"Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este
tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no
hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial...." 2a. de Corintios 5:1-2.
El ser humano nace, crece, se reproduce, envejece y muere. Es un ciclo que comienza con la concepción y termina con la muerte. La biblia establece que para todos los seres humanos, los "días" sobre esta tierra están contados, y que Dios pone los límites de ellos. Job 14:1-6. El apóstol Pablo hablando de la vejez, él mismo declara que aunque este nuestro hombre exterior (el cuerpo), se vaya desgastando, no obstante el interior (el espíritu) se va renovando de día en día. Y con esa confianza vivía su edad madura, sabiendo que al final del bregar sobre esta tierra, le esperaba una redención con su Dios. La vejez es una buena oportunidad para enseñar todo el bagaje de experiencias que hemos tenido sobre la faz de la tierra. de cómo vivimos la vida cristiana apegados a las enseñanzas de Jesucristo. Podemos ser ejemplos reales de cambios, de perfeccionamiento, de lucha y perseverancia. Las generaciones venideras pueden ver nuestro testimonio, y pueden aprender de nuestras buenas decisiones, así como también pueden ver las consecuencias de nuestros yerros, con razón dice la biblia que en una casa grande, no sólo hay utensilios de oro y plata, sino también de madera y de barro; unos para usos honrosos y otros para usos viles; es decir, que de todo hay en nuestra vida, y todo podemos aprovecharlo para enseñar a otros; enseñar las cosas buenas que hicimos para que otros las hagan también, y enseñar nuestras equivocaciones para que otros no las cometan también.
Cuando nuestro cabello comience a cambiar de color, y nuestra piel empiece a arrugarse, es el momento de pensar ¿cómo puedo servirle al Señor en el tiempo de mi vejez? de seguro Dios nos dará la respuesta.....
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