"La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha
llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se
acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el
mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo...." Juan 16:21-22.
Jesús antes de ser crucificado en el monte del calvario, reunió a sus discípulos para darles palabras de aliento, palabras de ánimo, porque vendrían momentos de mucho dolor que pondrían a prueba la fe de sus seguidores. Jesús utiliza la ilustración de una mujer que cuando terminan sus labores de parto, se goza en gran manera por su hijo recién nacido, y este gozo le hace olvidar el dolor del parto, y las dificultades que pudo haber experimentado. Jesús les dice que pronto estará de nuevo con ellos, y que si se mantienen fieles, la tristeza se transformará en gozo y ese gozo nadie se los podrá quitar. Estas palabras son aplicables para nosotros que a diario sentimos el dolor de las enfermedades, de la pobreza, de la muerte, de las dificultades económicas, de los problemas que a veces nos agobian y nos hacen pensar que quizá nunca podemos salir de ellos. Vendrá el día de nuestra redención, cuando se toque la final trompeta, y todo el dolor experimentado en este mundo, todas las noches en vela, todos los sufrimientos, sólo serán recuerdos del pasado, y brillaremos como el sol acompañados de nuestro Dios y Salvador Jesucristo. Hay una promesa de Dios, que se encuentra en el libro de Apocalipsis, era una promesa en el primer siglo que iba dirigida para los hermanos cristianos que eran perseguidos por su fe en Cristo Jesús, también lo es para nosotros hoy en día: "Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos
serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas
pasaron.....ese es el compromiso de Dios, ahí promete que personalmente Él enjugará las lágrimas de nuestros ojos, y ya no habrá más muerte, ni más llanto, ni clamor , ni dolor, porque todo eso ya habrá pasado........amén
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