"Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo...." 1a. de Corintios 15: 9-10.
El apóstol Pablo fue un misionero que evangelizó grandes multitudes en el mundo conocido de su época; él disertó, explicó, y debatió, con las diferentes personas acerca de la obra de Cristo, del evangelio y las bendiciones que este representaba para la humanidad. Sin embargo, él arrastraba tras de sí un sentimiento de culpa por haber perseguido a la iglesia del Señor, cuando estaba sin Cristo, tal como él mismo lo decía: "habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad..." 1a. de Timoteo 1:13. Nadie le estaba preguntando de su pasado; pero él sentía una necesidad de explicar porqué había actuado de esa forma, porque su pasado le seguía por todos lados, ese pasado no podía negarlo, ni ocultarlo y aunque Cristo lo había perdonado de todos sus pecados pasados, esa carga de haber actuado mal la llevó hasta su tumba.
Ahora, nosotros debemos aprender a valorar la situación privilegiada en que estamos, ya que Cristo nos ha llamado en su debido momento, no debemos pecar contra Dios; porque las consecuencias de nuestros actos nos perseguirán por siempre, la biblia establece que "todo lo que el hombre sembrare, esto también segará..."Gálatas 6: 7. Es cierto que hay perdón, si nos arrepentimos y confesamos nuestras culpas; pero lo mejor es no pecar, pues esto nos evitará meternos en problemas y levantar nuestro rostro dondequiera que andemos; además cuando pecamos comúnmente nos queda ese sentimiento de culpa por haber dañado a alguien, de dejar resquemores y tristeza por haber actuado mal. Dios nos libra de todo eso cuando nos aconseja que: cuidemos nuestra salvación, con temor y temblor. amén